
¿Qué es la Preeclampsia?: Un riesgo silencioso en la gestación
Esta se destaca por el aumento de la hipertensión durante o después del embarazo. Es una afección, que afecta aproximadamente entre el 3% y el 10% de las futuras madres a nivel mundial, supone un peligro destacable tanto para la mamá como para el bebé, pudiendo generar resultados fatales en casos agudos si no se identifica y trata oportunamente.
Aunque esta patología suele evidenciarse a partir de la semana veinte de embarazo, es primordial señalar que, aunque en casos aislados, puede surgir incluso tras el parto, lo que resalta la necesidad de una supervisión médica constante durante todo el periodo perinatal. La detección precoz y la aplicación de un tratamiento adecuado son elementos esenciales para evitar complicaciones severas y resguardar el bienestar de la madre y el desarrollo óptimo del bebé.
La incidencia de esta muestra diferencias entre distintos grupos demográficos. Se observa una mayor aparición en mujeres primerizas y de ascendencia afroamericana. Asimismo, existen diversos factores de riesgo que aumentan la tendencia a padecer esta afección. Entre ellos se encuentran la existencia de patologías preexistentes como hipertensión crónica o diabetes, la insuficiencia renal, los embarazos múltiples, obesidad materna y los antecedentes familiares.
Señales que indican esta patología
Los síntomas asociados a la preeclampsia pueden variar dependiendo de la paciente, pero es crucial estar atento a las señales que podrían indicar su presencia. El incremento de la presión arterial es una señal característica de esta complicación. Además, la presencia de proteínas en la orina es otro indicador que normalmente acompaña a la hipertensión. Otros síntomas que pueden manifestarse incluyen la aparición de edemas, caracterizados por la inflamación de manos, pies o cara, y un aumento repentino de peso que no se justifica por el curso normal del embarazo, según reseña Reproducciones Asistidas. ORG
La preeclampsia, en su desarrollo, puede ocasionar consecuencias graves para la madre, incluyendo daño a órganos vitales como el hígado, los riñones y el cerebro, pudiendo desembocar en complicaciones como la eclampsia (ataques), el síndrome de HELLP (hemólisis, elevación de enzimas hepáticas y trombocitopenia) e incluso infartos. Mientras que para el feto, la preeclampsia puede restringir el riego sanguíneo a la placenta, lo cual puede llevar a una restricción del crecimiento intrauterino, parto anticipado e incluso la muerte fetal.
Ante la gravedad de la preeclampsia, el cuidado médico se basa en un control prenatal estricto, que implica revisar seguido la tensión y buscar proteínas en la orina. Si se confirma el diagnóstico, el tratamiento cambiará según qué tan grave sea y cuánto tiempo de embarazo lleve.
Esta patología es una complicación del embarazo que demanda una atención prioritaria por parte de los profesionales de la salud. La detección temprana, el tratamiento oportuno y un seguimiento médico adecuado son esenciales para mitigar los riesgos y asegurar un desenlace favorable tanto para la madre como para el bebé. La información y la prevención son necesarias para contrarrestar los efectos esta amenaza silenciosa en el camino hacia la maternidad.