
¿Cómo el ejercicio ayuda a la prevención del cáncer de mama?
¿Cómo el ejercicio físico ayuda a la prevención del cáncer de Mama? El cáncer es la segunda causa de muerte a nivel mundial y solo es superado por las enfermedades cardiovasculares.
El cáncer es la multiplicación de una célula del cuerpo de forma descontrolada, lo que da como resultado un tumor.
Las mutaciones generadas en el ácido desoxirribonucleico (ADN) pueden finalmente hacer que este logre evadir el sistema inmune (defensa) y conducir incluso a la metástasis.
Se ha demostrado que el ejercicio físico es una de las mejores herramientas para la prevención, así como, durante el tratamiento y después de la sobrevivencia al cáncer de mama (CM).
La enfermedad en sí, es muy heterogéneo y, en cáncer de mama, es posible que diferentes biomarcadores expliquen el riesgo de desarrollar determinados tipos.
Algunos tipos de cáncer de mama presentan receptores de estrógenos positivos y otros negativos, así como, HER2 positivos. La actividad física puede interferir de diferentes maneras en la prevención del CM, especialmente en el desarrollado luego de la menopausia.
Uno de los factores de riesgo en el desarrollo del cáncer de mama es el sobrepeso, es decir, exceso de órgano (tejido) adiposo; aumentando el riesgo entre 40-50% y el desarrollo de tumores más agresivos e incluso con más resistencia a los tratamientos en estas pacientes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que casi un 24% de los casos de CM postmenopáusicos están estrechamente relacionados con la obesidad.
La relación entre el ejercicio y la disminución del riesgo de cáncer de mama (postmenopáusico) está bastante documentada. Al llegar la menopausia, los ovarios disminuyen su actividad y dejan de producir estrógenos (hormona), es en este momento cuando el órgano adiposo toma el control de la producción de esta hormona.

En las células adiposas se lleva a cabo el proceso de aromatización de los andrógenos, es decir, a partir del colesterol se forman los andrógenos que luego serán convertidos en estrógenos por la acción de un enzima llamado Aromatasa.
Las mujeres postmenopáusicas con obesidad presentan niveles más elevados de hormonas sexuales (estrógenos), que es un factor de riesgo para padecer cáncer de mama.
Al mismo tiempo, se ha observado disminución de una molécula llamada globina fijadora de hormonas sexuales (SHBG) que inhibe la función de los estrógenos y los andrógenos.
Posiblemente, el tipo de ejercicio esté limitado solo en la disminución de tejido adiposo; pero podría regular también la concentración de estrógenos y andrógenos circulantes.
Otro factor de riesgo es la inflamación crónica, la cual, es común en síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares y en recurrencia y mortalidad por cáncer de mama.
Tanto en el síndrome metabólico como en el exceso de peso (obesidad), los marcadores inflamatorios, esteroides sexuales, relación insulina/factor de crecimiento similar a (IGF-1) y Adipocinas se ven alterados.
esto quiere decir que, la inflación reflejada es crónica y se afectan otras rutas metabólicas involucradas en la respuesta antiinflamatoria mediada por moléculas como las citoquinas (adiponectina) que lo compensarían.
Por su parte, la resistencia a la insulina, es otro factor importante que se debe tomar en cuenta en pacientes obesos. La resistencia a la insulina conlleva al aumento de la glucosa en sangre, que es un combustible disponible para las células neoplásicas (cancerosas).

De igual forma, el hiperinsulinismo, determinado por aumento de salida de insulina a la sangre cuando hay resistencia a la insulina, lleva a aumento de las concentraciones de IGF-1 que estimula la diferenciación celular y suprime la muerte celular programada o apoptosis y muy importante, la insulina aumenta la disponibilidad de hormonas como los estrógenos y andrógenos involucradas en el desarrollo de algunos tipos de cánceres.
Con respecto a la Vitamina D, se conoce que, concentraciones menores de esta vitamina se han encontrado en personas que no realizan actividad física al aire libre.
La explicación viene dada por menor estimulo de luz ultravioleta sobre la piel y, se encuentran entonces, mayores depósitos de la vitamina D en el tejido (órgano) adiposo, teniendo las otras células menor disponibilidad de esta vitamina para los procesos bioquímicos donde es necesaria.
Hasta ahora, no se ha demostrado que el sedentarismo aumente el riesgo de padecer cáncer de mama, pero, de lo que no cabe duda, es de la asociación benéfica que existe entre el ejercicio y la prevención.
En las últimas décadas se ha demostrado que, en mujeres que realizan ejercicio físico, disminuye el riesgo al menos en 25%, de sufrir de CM, cuando lo comparaban con mujeres menos activas físicamente. Por otro lado, existe evidencia que en mujeres menores de 45 años también se logra disminuir el riesgo.

En conclusión: probablemente el ejercicio no solo medie en el control de peso. El aumento del ejercicio posiblemente disminuye el riesgo de sufrir CM a través de la reducción de estrógenos en sangre y las concentraciones de IGF-1 como se hizo referencia.