
Una tradición prehispánica: El origen del Día de Muertos
El país mexicano se prepara para vivir una de sus costumbres más significativas e históricas. Lejos de ser una celebración de luto, esta festividad, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es un reencuentro donde, según la creencia popular, las almas de los difuntos regresan temporalmente a visitar a sus seres queridos, según reseña NationalGeographic.com
El origen de esta narrativa comenzó en las culturas prehispánicas de Mesoamérica. Según los relatos, para la civilización mexicana la muerte no era el fin de la existencia, sino una fase del ciclo de la vida. Asimismo, “el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura: los cuerpos se envolvían en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán”.
Tradiciones que se fusionan
La llegada de los españoles al continente americano permitió que las costumbres católicas europeas se fusionaran con la veneración tradicional mexicana. Este aspecto fue clave para mantener vigente una cultura que continúa trascendiendo los siglos. Por su parte, las antiguas festividades se adaptaron al calendario cristiano, logrando coincidir con el Día de todos los santos y el Día de los fieles difuntos.
Una celebración especial
El epicentro de este evento gira entorno a las ofrendas organizadas por los familiares y personas cercanas a los difuntos. La tradición señala que cada elemento utilizado debe estar cargado de un gran significado personal. Asimismo, es común que en estos altares encontremos componentes esenciales tales como:

La flor de veinte pétalos, la cual con son color amarillo ilumina y decora estos espacios. Generalmente esta es colocada en caminos de petalos, para guiar la ruta que las almas deben seguir.
Otro elemento relevante son las veladoras las cuales representan la luz que ilumina el camino de los difuntos.
Los alimentos son un aspecto importante de esta celebración. La comida y bebida favorita del difunto, como mole, tamales y frutas de la temporada son colocados para que el alma los disfrute.

En esencia, el Día de Muertos es una celebración que reafirma la relación de los mexicanos con la muerte: no se trata de un final, sino de una etapa del ciclo de la vida, la cual busca ser honrada con afecto, color y memoria. Este evento se convierte en una festividad especial para millones de personas en todo el mundo.
