
La Guardia Suiza: los hombres detrás de la protección del Papa
El origen de esta élite se sitúa en 1506 bajo el pontificado del Papa Julio II, el cual reconoció la reputación de los mercenarios suizos por su lealtad y habilidades militares. El Papa confiaba en ellos para proteger la santa sede apostólica, siendo este hecho clave para el comienzo del historial de servicios continuos y, la dedicación al líder de la iglesia católica.
Un capítulo destacable en la historia de la seguridad suiza se escribió el 6 de mayo de 1527 durante el Saco de Roma. En esta fecha, las tropas del emperador Carlos V atacaron la ciudad eterna llegando hasta la puerta del Vaticano. En el heroísmo, 147 de los 189 guardias suizos ofrecieron sus vidas para proteger al Papa Clemente VII, permitiéndole huir a través de Passetto di Borgo, un pasaje secreto que une la sede a Sant Angelo. Este sacrificio se conmemora en una ceremonia, donde los nuevos reclutas juran fidelidad al Santo Padre, recordando el compromiso hasta la muerte de sus predecesores, según reseña Infobae.
En la actualidad, la Seguridad Suiza Pontificia consiste en un cuerpo ciudadano suizo de 135 hombres estrictamente seleccionados. Su misión más importante sigue siendo la protección personal del Papa, así como la vigilancia de acceso para el Vaticano y la protección del territorio. Su presencia permanente y su disciplina son un testimonio visible de la seguridad que rodea al jefe de la Iglesia Católica.
Proceso de selección
Entrar en los rangos de Guardia Suiza no es una tarea simple, los candidatos deben cumplir con una serie de requisitos estrictos que aseguran la idoneidad de los candidatos para este trabajo. Entre los requerimientos tenemos: ser hombre, tener nacionalidad suiza, profesar la fe católica y estar entre 19 y 30. Además, es importante completar un servicio militar en Suiza y obtener un título profesional o tener estudios universitarios.
La vida en la Seguridad Suiza también impone ciertas normas y obligaciones, entre estas destacan: mantener el celibato durante al menos cinco años, poseer la altura mínima de 1.74 metros, gozar de buena forma física y tener una reputación intachable. Estos criterios son necesarios para garantizar que los escoltas del Papa sean hombres con integridad, disciplina y dedicación absoluta. Además del uniforme diseñado originalmente en el siglo XVI, característico de la estética renacentista, la Guardia suiza representa mucho más que una atracción turística, son un símbolo de la historia del papado, el testimonio de lealtad incondicional y la garantía de la seguridad del Pontífice.
Su presencia constante en las ceremonias litúrgicas, en las audiencias papales y en la custodia del palacio del Vaticano, enfatiza la continuidad de la tradición, que sigue siendo esencial para proteger al Pontífice. La Guardia Suiza, con su tradición, disciplina y fe, son una estrategia de seguridad y un emblema distintivo en el Vaticano, la cual nos garantiza la vida del líder de la iglesia católica.