
La Asunción de la Virgen María: Un mensaje de esperanza
Cada 15 de agosto, la Iglesia Católica conmemora con gran solemnidad la fiesta de la Asunción de María al Cielo. Esta celebración, se convierte en más que una simple celebración, es una muestra de la gloria que reside en la historia y memoria de los feligreses. Nos recuerda que la meta de nuestra fe es alcanzar la alegría eterna y que, en ese camino, contamos con la compañía de una Madre que ya ha llegado a la meta.
Cuando hacemos referencia a la Asunción de María no es solo un traslado de su alma al paraíso, sino la elevación de su cuerpo glorificado. Es decir que, desde su Concepción Inmaculada, fue protegida de todo pecado, su cuerpo, por lo tanto, fue un templo santo que nunca fue corrompido. Dios, en su infinita gracia, la preparó de manera única para convertirse en la madre de su hijo: Jesucristo El salvador.
Su coronación en el Cielo no se debe solo a su maternidad divina, la realidad es que también su devoción, su entrega y fe le permitieron su asunción. Asimismo, virtudes como su caridad, humildad y pureza inmaculada consolidaron su santidad y la razón de su exaltación.
La proclamación del Dogma
Juan Pablo II explicaba que “el dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio”, según reseña Opusdei.com
La devoción a la Asunción de María es una tradición antigua, presente en la Iglesia Católica desde sus inicios. A lo largo de los siglos, esta creencia obtuvo mayor relevancia en la fe del pueblo. Finalmente, el 1 de noviembre de 1950, el Papa Pío XII proclamó solemnemente el dogma de la Asunción de la Virgen María: «Después de elevar a Dios repetidas súplicas y de haber invocado la luz del Espíritu de Verdad, para la gloria de Dios Todopoderoso que otorgó a la Virgen María Su especial benevolencia en honor de Su Hijo, Rey Inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para mayor gloria de su augusta madre y para alegría y regocijo de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos como dogma revelado por Dios que: la inmaculada Madre de Dios, la siempre virgen María, habiendo completado el curso de la vida terrena, fue asumida en cuerpo y alma a la gloria celestial”.

Con esta proclamación, la Iglesia confirmó oficialmente lo que por siglos había sido una creencia basada en fe, honrando así a la Madre de Dios. Por su parte, la Asunción nos invita a contemplar la gloria de María y a seguir su ejemplo, con la certeza de que el camino de la fe nos lleva a la vida eterna, según reseña Vaticannews.va
