
La amenaza silenciosa de los tsunamis
Dentro del amplio mundo del océano, las olas gigantes capaces de causar destrucción masiva, son un fenómeno natural que no solo tiene gran poder, sino una carga energética que tal vez no conocías. Aunque los maremotos pueden ocurrir en cualquier mar, su frecuencia es mayor en el Océano Pacífico, donde se encuentra el «Anillo de Fuego». Esta zona, caracterizada por su intensa actividad sísmica y volcánica, “es responsable de casi el 80% de los tsunamis registrados en el último siglo”, según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
El comienzo de un tsunami es un evento que a menudo puede ser imperceptible en mar abierto. Estos se originan por un terremoto submarino que logra desplazar verticalmente una enorme columna de agua. Por su parte, las olas resultantes son pequeñas y están muy separadas entre sí. Sin embargo, este es solo el inicio de un largo viaje. El origen de los tsunamis y su carga energética la cual proviene del agua desplazada, es generalmente causado por un gran desplazamiento del lecho marino, como un terremoto, una erupción o un deslizamiento de tierra submarino. Esto se transforma en energía cinética mientras la ola se propaga y termina viajando a gran velocidad llegando a las costas y afectando a millones de personas.
A medida que estas olas se acercan a la costa, su comportamiento cambia debido a la poca profundidad de la zona. Lo que antes “eran ondulaciones casi invisibles”, se transforman en una fuerza difícil de controlar. La velocidad de las olas puede acelerar hasta alcanzar los 800 kilómetros por hora, y su altura puede superar los 20 metros en algunos casos.
«El problema es que los terremotos, la causa más común de los tsunamis, no son muy predecibles. No es posible decir dónde, cuándo, a qué profundidad y con qué magnitud se producirán», según afirma Robert Weiss, profesor de Riesgos Naturales del Departamento de Geociencias de Virginia Tech para el medio DW.
La tragedia de Sumatra
Uno de los ejemplos que demuestra la fuerza de un tsunami fue el ocurrido en 2004 en las costas de Sumatra, Indonesia. Tras un terremoto de magnitud 9,1 se desató un grupo de olas que generaron el caos en múltiples países. Las olas alcanzaron alturas de hasta 50 metros, superando la estructura de muchos edificios. Las consecuencias fueron catastróficas para la región, las olas alcanzaron hasta 5 kilómetros tierra adentro, dejando aproximadamente 230,000 víctimas mortales y algunas comunidades destrozadas.
Este tipo de eventos se han convertido en un recordatorio del poder que se esconde bajo la superficie del océano y cómo en cuestión de horas la vida de millones de comunidades costeras puede verse afectada. Es por ello que los sistemas de alerta y los mecanismos de prevención son fundamentales para evitar tragedias que puedan cambiar la narrativa de diversas regiones.