
El Día Mundial para la Prevención del Suicidio: Un llamado a la acción
Cada 10 de septiembre, se conmemora una fecha que busca concienciar sobre uno de los problemas más complejos de salud pública. Esta jornada, impulsada por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), destaca la urgencia de abordar una de las principales causas de muerte a nivel global, que afecta a individuos de todas las edades, culturas y contextos socioeconómicos y que en la última década ha ido en aumento, donde cada año más de 720.000 personas fallecen por suicidio, según afirma World Health Organization (WHO).
El suicidio es un tema que ha estado constantemente rodeado de tabús, convirtiéndose en un asunto difícil de abordar. La OMS y WHO estiman que más de 700,000 personas mueren por esta causa cada año a nivel mundial. Un dato que refleja que la mayoría de estas situaciones ocurren en regiones de ingresos bajos y medianos, lo que destaca las desigualdades y la falta de acceso a recursos de salud mental. Asimismo, la tasa de suicidio es, de hecho, un indicador crítico del bienestar mental y físico de una sociedad.
El panorama en las Américas
Según datos de la OMS, en 2021, 100,933 personas murieron por causa del suicidio. Más allá de la cifra, la tendencia es aún más compleja: la tasa de suicidio en la región aumentó un 17% entre 2000 y 2019, un incremento que contrasta con otras zonas. Sin embargo, la mayoría de las muertes por esta situación en 2019 correspondieron a hombres. Este indicador nos permite conocer un escenario más amplio de la situación, pero también nos señala que no debemos ignorar el aumento significativo de casos en mujeres. Además, la estadística de que los adultos de mediana edad representan la mayoría de los casos, lo que destaca la necesidad de enfocar los sistemas de prevención en este grupo demográfico.
Un esfuerzo global
El suicidio no es un acto impulsivo sin previo aviso, generalmente es la culminación de un dolor profundo y la acumulación de situaciones que empeoran la vida de la persona. Factores como la depresión, la ansiedad, el trauma y el aislamiento social pueden contribuir a este sufrimiento. Sin embargo, el suicidio es prevenible y existen algunas intervenciones basadas en evidencia que pueden ayudar a quienes atraviesan esta situación.
Fomentar la educación sobre salud mental: romper el estigma asociado a la búsqueda de ayuda profesional.
Capacitar a profesionales de la salud: Asegurar que sepan cómo identificar y tratar las situaciones de alto riesgo.
Establecer líneas de ayuda: Proporcionar acceso inmediato a apoyo en momentos de desesperación que permitan ayudar y guiar a quienes sufren.
La prevención y la lucha contra el suicidio es una responsabilidad compartida que involucra a sistemas de salud, comunidades y, sobre todo, a cada uno de nosotros. Prestar atención a quienes nos rodean y ofrecer un espacio de escucha sin críticas y prejuicios puede ser el primer paso para salvar una vida, según reseña Clarin.com