
El Día de San Miguel Arcángel: «¿Quién como Dios?»
Cada 29 de septiembre, millones de feligreses alrededor del mundo conmemoran al príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, una fecha de profunda significación espiritual que honra a una de las figuras más veneradas dentro de la tradición bíblica y la fe cristiana. Este día se convierte en un momento de devoción, donde los creyentes elevan sus plegarias en busca de protección, guía y fortaleza en su camino de fe. “Además, se lo vincula a contextos tan diversos como la aparición de la Virgen María ante tres niños pastores en Fátima y la consagración de Rusia en 1917”.
El término Arcángel se traduce como «jefe de los ángeles» o «principal de los mensajeros», destacando su posición en la jerarquía celestial. Asimismo, San Miguel es tradicionalmente representado con una armadura, alas, una espada en posición de combate y, a menudo, una balanza que simboliza su papel en la aplicación de la justicia divina.
La batalla celestial
La importancia de San Miguel Arcángel radica en su papel en la narrativa de la lucha entre el bien y el mal. La Biblia lo consolida como el encargado de expulsar a Lucifer, el ángel caído, junto con sus seguidores, del paraíso. Los versículos sagrados describen una batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles se enfrentan al «dragón» y su séquito. Asimismo, la historia culmina con la derrota del mal, siendo arrojados a la tierra. Este momento lo consagra como el protector contra las fuerzas demoníacas y la encarnación de la victoria de la luz sobre las tinieblas.
Un refugio espiritual
Debido a su triunfo sobre Satanás, la devoción a San Miguel Arcángel se fundamenta principalmente en la búsqueda de protección. Los fieles acuden a él con la necesidad de alejarse de las tentaciones, de mantener su fe firme ante las adversidades morales y espirituales. Para continuar la tradición de oración el Papa León XIII instituyo esta oración:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén”.

Así, cada 29 de septiembre, la celebración no es solo un recuerdo histórico, sino una reafirmación de la creencia en el poder celestial que defiende a la humanidad de los peligros del mal, manteniendo a San Miguel Arcángel como un caudillo de los ejércitos celestiales, el cual es un mediador en la fe de millones de personas, según reseña Lanacion.com
